miércoles, 22 de febrero de 2017

La Rueda de la Fortuna X


La Rueda de la Fortuna 

"Como es abajo, es arriba."
El Kybalion

¿Cómo saber si el planeta está arriba?
¿Cómo saber si el planeta está abajo?
Los puntos cardinales son inventados por el hombre para poder ubicarse en el espacio. Cada que veo un mapa me lo imagino al revés. De este modo siento que estoy viendo otro mapa, un nuevo sur, un nuevo norte. Cuando pones de cabeza un mapa siempre hay algún paranoico que lo pone otra vez como estaba. Ese alguien nunca falta. Se proclaman a si mismos "perfeccionistas." Hasta se vanaglorian de ello, lo he visto. Y es que a veces las personas están inmersas en un estado de extrema cordura. No puede haber algo fuera de su sitio porque pierden el control y piensan que el que dejó ese pequeño detalle es un desordenado. Hay normas morales y jurídicas. El orden entra por las dos. Yo pienso que eso es una proyección. Querer mantener el orden puro es una locura, quizá de las más grandes que el inconsciente arroja. A veces creemos que lo que está fuera de sitio tiene que volver a su sitio, lo cual otorga un espacio confortable, de paz. Eso es querer evitar lo inevitable. Esto  me hace recordar una historia zen*:

Un monje está limpiando el jardín. Lo deja impecable. El maestro ve la perfección del jardín, donde el pasto está cortado al ras, los arboles con ninguna hoja caída alrededor, el riachuelo corriendo con una música coordinada y hasta la escoba está en su sitio. El maestro se enfada y le dice al discípulo: - ¡Arregla ese jardín! - Sí, maestro - responde el discípulo. Lo barre aún más, acomoda incluso cada hoja de árbol, agrega un toque de rocío a las plantas e incluso pinta la cerca que tenía unos pequeños desgastes de pintura.  ¡Arregla ese jardín! - responde el maestro. Por tercera vez el discípulo continúa barriendo el jardín, Se fija en los detalles más pequeños. Toda rama, toda flor, toda hoja, cada piedra y cada pasto parece haber sido acomodado individualmente. El maestro se acerca... observa detenidamente y examina cada detalle del jardín. Mientras sacude el árbol más grande por el tronco y hace que varias hojas secas caigan de él por todo el jardín dice: - Ahora sí, es perfecto. - El discípulo se ilumina.  

Cada cosa que parece fuera de lugar nos parece una Esfinge que nos ve detenidamente y de manera extraña. Pensamos que nos ve fríamente y nos juzga. Tratamos de deshacernos de su mirada y volvemos a poner esa cosa en su sitio, quererla embonar con el propósito de que tenga lógica. No nos juzga, nosotros lo hacemos. Pensamos que esa cosa va fuera de lo ordinario. No aceptamos. Buscamos una conexión lógica y al tratar de buscarla abusamos de la razón. Tres pies al gato. La esfinge tiene la llave del inconsciente y nosotros le seguimos el juego. Recordemos que la esfinge es un guardia. No deja pasar al otro lado hasta que averigüemos la contraseña. Es entonces que en la imperfección encontramos una proyección del inconsciente y toma la forma más accesible en él. Cuando aceptemos, comprendemos la misteriosa frase mística del "Como es abajo, es arriba". Aprendemos a reconocer la esfinge y sabemos que cosa es la que nos corresponde vivir. Cada cosa que vemos en el mundo exterior y nos parece un ser extraño, algo que está fuera de lugar... es la esfinge hablándonos. Es nuestro propio yo juzgándonos y poniéndonos o arriba o abajo. Hasta que no aceptemos lo que nos causa conflico, seguiremos en nuestra rueda de hámster de arriba a abajo. Cuando sepamos que la perfección no tiene que ver con el lugar que ocupan las cosas en el espacio sino con el equilibrio de ese "arriba y abajo", no habremos barrido las hojas secas del jardín en vano. Es romper círculos e ir al siguiente nivel.  Acepte a ese viejo amigo con cara de malo, que le da movimiento al cosmos, al caos. O no, tómelo como usted quiera.**

* Las historias zen siempre tienen como cascarón el absurdo, pues esconden una joya en su interior. Una profunda enseñanza que radica en el momento que es.
** Le dejo de regalo una esfinge.

Diego Paulino.






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